Cuando Mazen y Robyn vinieron a dar su charla en mi colegio, muy pocos conocíamos en verdad la esencia del conflicto palestino-israelí. No podíamos imaginar cómo era su cruda realidad y algunos caían incluso en la indiferencia. Sin embargo logramos percibir la tristeza de aquellas voces sumidas en el dolor al compartir sus pérdidas, llegamos a experimentar un poquito más de cerca la gravedad de la situación y comprender finalmente que la clave no está en la posesión de unas tierras sino en todas y cada una de esas personas a quienes arrancaron de la vida y destrozaron la de sus seres queridos. El ansia descontrolada por paliar esa punzante necesidad de hacer justicia por nuestra propia mano tan sólo lleva a más injusticia y el círculo vicioso se repetirá eternamente: la venganza sólo provoca más sed de venganza....
Gracias a ellos logramos darnos cuenta de que la fuerza no está en el poder de destrucción, sino en aquellos capaces de crear e infundir la confianza y el respeto necesarios para vivir en armonía. Esto es lo que hemos aprendido, hemos sentido su corazón totalmente expuesto a nosotros y no hemos podido evitar emocionarnos ante sus puras palabras, destilando sinceridad. Nos ha enternecido su desinteresada presencia y su admirable esfuerzo por extender la empatía hacia sus semejantes y compartir sin tapujos todas sus experiencias con el fin de hacernos ver a los más jóvenes que la clave siempre ha estado y estará en el diálogo y la fe en la humanidad.
Maria Crespo Pérez de García
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