El Muro de Berlín, símbolo de la reunificación europea, fue durante décadas la representación mundial de la Guerra Fría. La revolución pacífica que condujo el 9 de noviembre de 1989 a la caída del Muro y posteriormente a la reunificación de Alemania, ha cautivado desde entonces a millones de personas en todo el mundo, contribuyendo en gran medida al restablecimiento del equilibrio entre Oriente y Occidente.
El Jurado de este Premio –convocado por la Fundación Príncipe de Asturias– estuvo presidido por Vicente Álvarez Areces, presidente del Principado de Asturias, e integrado también por Matías Rodríguez Inciarte, presidente de la Fundación Príncipe de Asturias, Paz Fernández Felgueroso, alcaldesa de Gijón; Fernando de Almansa, Isak Andic, José María Arias Mosquera, Adolfo Barthe Aza, Antonio Basagoiti, Miguel Blesa, Antonio Brufau Niubó, José Celma Prieto, Ramón Colao Caicoya, Jacobo Cosmen Menéndez-Castañedo, Francisco Daurella, Juan Manuel Desvalls, José Esteve, Felipe Fernández, Pedro Luis Fernández, Francisco de la Fuente Sánchez, José Luis García Palacios, Juan Ramón García Secades, Ignacio Garralda Ruiz de Velasco, Juan Luis Iglesias Prada, Fernando Menéndez Rexach, Manuel Olivencia, Ángel Ron Güimil, Luis Sánchez Merlo, Antonio Suárez Gutiérrez, Antonio Trevín Lombán, José María Villanueva Fernández, Santiago de Ybarra, Santiago Zaldumbide Viadas y Pedro de Silva (secretario).
Esta candidatura ha sido propuesta por Martin Schulz, Iñigo Méndez de Vigo y Andrew Duff, eurodiputados, y Enrique Barón Crespo, ex presidente del Parlamento Europeo. Ha sido apoyada, entre otros, por los Premios Príncipe de Asturias Luis María Anson, Vinton Cerf, Tzvetan Todorov, Michael Schumacher, Claudio Magris, Jürgen Habermas y el Goethe-Institut, así como por la Cámara de Comercio Alemana para España.
La ciudad Berlín, dividida tras las Segunda Guerra Mundial en cuatro sectores bajo el control de los aliados y de la Unión Soviética, se convirtió en sede permanente del enfrentamiento ideológico entre el Este y el Oeste. El 13 de agosto de 1961, la República Democrática de Alemania inició la construcción de un muro para aislar el sector occidental berlinés de la RDA y evitar la emigración masiva de ciudadanos del este hacia la República Federal. El Muro separó no solo ideologías, también familias, vecinos y amigos. El 26 de junio de 1963 el presidente Kennedy proclamaba delante del Muro “Ich bin ein Berliner” (Soy ciudadano berlinés) para expresar que Occidente comprendía la tragedia de la ciudad.
La obra sufrió hasta 1986 sucesivas reconstrucciones para reforzar la seguridad y, aunque hasta la fecha no existen datos exactos sobre el número de víctimas, más de 75.000 personas fueron arrestadas y de al menos 138 se ha certificado su muerte al intentar escapar, mientras aún se estudia otro centenar de expedientes.
En enero de 1989 comenzaron en Leipzig las primeras manifestaciones que reclamaban reformas políticas. En otoño eran ya miles los ciudadanos que de forma pacífica se manifestaban los lunes, bajo el lema “Nosotros somos el pueblo”, reivindicando democracia y libertad. En septiembre Hungría eliminó sus restricciones fronterizas con Austria para los ciudadanos de la RDA y decenas de miles de alemanes cruzaron la nueva frontera abierta en la cortina de hierro. El 18 de octubre Erich Honecker fue sustituido por Egon Krenz en el cargo de secretario general y presidente del Consejo de Estado. El 4 de noviembre medio millón de personas se congregaban en la Alexanderplatz, en Berlín Oriental, para exigir reformas del Estado. La fuerza de las protestas callejeras puso de manifiesto que la población no confiaba tampoco en el nuevo gobierno.
El 9 de noviembre, ante la presión insistente de la población, especialmente tras las manifestaciones de Leipzig y Berlín, el Gobierno de la RDA promulgó un plan que autorizaba pases libres para viajes de visita. Miles de ciudadanos se agolparon a lo largo del día en los pasos fronterizos exigiendo su apertura. El Muro cayó esa noche y supuso el comienzo del fin de los regímenes comunistas en Europa Oriental.
El 18 de marzo de 1990, se celebraron las primeras elecciones multipartidistas en la RDA, dando lugar a un gobierno provisional cuyo principal cometido fue pactar el final del régimen anterior. Las negociaciones bilaterales entre los gobiernos de ambas Alemanias condujeron a la firma, el 18 de mayo, de un acuerdo para una etapa de transición, una unión económica, social y monetaria, que entró en vigor el 1 de julio. Alemania fue reunificada oficialmente el 3 de octubre de 1990. A través del impuesto conocido como “suplemento de solidaridad”, el Gobierno ha financiado desde 1991 la reconstrucción del Este.
Los Premios Príncipe de Asturias están destinados, según los Estatutos de la Fundación, a galardonar “la labor científica, técnica, cultural, social y humana realizada por personas, equipos de trabajo o instituciones en el ámbito internacional”. Dentro de este espíritu, el Premio Príncipe de Asturias de la Concordia “será concedido a la persona, institución, grupo de personas o de instituciones cuya labor haya contribuido de forma ejemplar y relevante al entendimiento y a la convivencia en paz entre los hombres, a la lucha contra la injusticia, la pobreza, la enfermedad, la ignorancia o a la defensa de la libertad, o que haya abierto nuevos horizontes al conocimiento o se haya destacado, también de manera extraordinaria, en la conservación y protección del patrimonio de la Humanidad”.
En esta edición concurrían un total de 44 candidaturas procedentes de Alemania, Argentina, Bosnia, Brasil, Canadá, Cuba, Croacia, China, Ecuador, Emiratos Árabes Unidos, Estados Unidos, Etiopía, Francia, India, Irán, Israel, Italia, Liberia, Nigeria, Palestina, Perú, Tibet, Turquía, Venezuela, Zimbaue y España.
Este ha sido el último de los ocho Premios Príncipe de Asturias concedidos este año, en que cumplen su vigésimo novena edición. Anteriormente fueron otorgados el Premio Príncipe de Asturias de las Artes al arquitecto británico Norman Foster, el de Cooperación Internacional a la Organización Mundial de la Salud, el Premio Príncipe de Asturias de Ciencias Sociales al naturalista británico David Attenborough, el de Comunicación y Humanidades a la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el Premio Príncipe de Asturias de Investigación Científica y Técnica a los ingenieros estadounidenses Martin Cooper y Raymond S. Tomlinson, el Premio Príncipe de Asturias de las Letras al escritor albanés Ismail Kadaré y el Premio Príncipe de Asturias de de los Deportes, concedido a la atleta rusa Yelena Isinvayeva.
Cada uno de los Premios Príncipe de Asturias, concedidos por primera vez en 1981, está dotado con cincuenta mil euros, la escultura creada y donada expresamente por Joan Miró para estos galardones, un diploma y una insignia acreditativos. Los galardones serán entregados en otoño en Oviedo, en un solemne acto presidido por S.A.R. el Príncipe de Asturias.
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