viernes, 28 de agosto de 2009

Testimonios de miembros de la ONG Circulo de Padres-Foro de Familias. Del libro de Olga Rodríguez “EL HOMBRE MOJADO NO TEME A LA LLUVIA” Ed. Debate

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Testimonios de miembros de la ONG Circulo de Padres-Foro de Familias.
El Doctor Omar Allaloul
“Mi historia es como tantas otras. Tenía diez años cuando vi desde el umbral de la puerta de mi casa cómo mi madre limpiaba las heridas del cadáver de mi padre. Era un granjero militante de al—Fatah. Murió tiroteado por soldados israelíes. No olvido la fecha: el 1 de septiembre de 1972. Fue terrible. Cuando eres tan niño necesitas a tu padre y yo no iba a tenerlo ya más. Tampoco olvido el último día en que lo vi vivo. Me abrazó con mucha fuerza, sentí que algo pasaba.” …… pág. 127.
A pesar de los obstáculos añadidos en la Segunda Intifada, Omar siguió trabajando duro. Hasta que unos soldados israelíes tirotearon a su primo en un control militar por no disponer de un permiso israelí para su coche. Le mataron en el acto. Poco después, uno de sus mejores amigos también fue acribillado a balazos en el puesto militar israelí de Hebrón cuando conducía hacia su casa. Tras ello, Omar se sumió en una profunda tristeza. En diciembre de 2004 decidió dar un vuelco a su vida. Un amigo palestino le animó a unirse a la organización Parent’s Circle (Círculo de Padres), compuesta por familias israelíes y palestinas que han perdido a alguno de sus seres queridos por culpa de la violencia.
«Me pareció una locura al principio, pero luego accedí. No olvidaré la fecha: 26 de diciembre de 2004, en Jerusalén. La verdad es que sufrí un shock. Nunca creí que pudiera encontrar a alguien amigable en el lado israelí. Yo solo conocía a soldados y colonos hostiles. Llegué allí y primero me quedé fuera, mirando por la ventana. Después entré. Un hombre israelí me habló, me abrazó, y yo lloré. Había humanidad. Pasamos dos días enteros juntos. Ese primer hombre que se dirigió a mi era Rami Elhanan. Había perdido a su hija de catorce años en un atentado —me contó Omar mientras daba una calada profunda a un cigarrillo—. Rami ha sufrido mucho, como yo y tantos otros. El dolor puede destrozar, pero también unir. Se establece un vínculo entre los que estamos heridos, a través del lenguaje del dolor. Rami lo habla y yo lo hablo. Así nos hicimos amigos, mi primer amigo israelí.»
La última vez que vi a Omar fue en 2008. Desde la Segunda Intifada habían muerto ya más de cinco mil personas, de ellas más del 75 por ciento eran palestinos. A pesar de todo, él seguía mostrándose entusiasmado por el proyecto de Parent’s Circie.
«Es el único modo de solucionar el conflicto. Que las iniciativas partan de la sociedad civil, de la población. Israel ha tenido múltiples oportunidades para firmar la paz con grandes ventajas y siempre las ha desechado. Tenemos que construir puentes, no muros. Si los políticos no se unen, nos uniremos nosotros, las sociedades civiles», afirmó mientras saboreaba un helado en el centro de Ramala. pág. 138

Rami Elhanan
«Es hermoso tener un compañero de charlas palestino. Y sentirse útil —confesó Rami—. Me gusta sobre todo hablar en los institutos de este país, porque converso con chavales que están a punto de empezar a servir en el Ejército, y quiero pensar que reflexionarán tras escuchar de alguien como yo, un israelí con una hija muerta, que la paz es el único camino. Les digo que para que haya paz los palestinos necesitan recuperar su dignidad y su libertad.» pág. 194
En la actualidad Rami y Nurit tienen amigos palestinos, a los que visitan a menudo en los Territorios Ocupados, apenas frecuentados por israelíes. La militancia en defensa del diálogo ha dado a Rami fuerza para levantarse cada mañana. Sus dos hijos mayores han renunciado al Ejército, son objetores de conciencia y forman parte de la organización Combatientes por la Paz, integrada por excombatientes israelíes y palestinos. Nurit Peled fue galardonada en 2001 con el Premio Sájarov del Parlamento Europeo para los derechos humanos y la libertad de pensamiento. De este modo, a través de la lucha por la paz, ella y Rami han logrado honrar a su hija Smadar y amortiguar su dolor por su ausencia.
Con una valentía y una fuerza admirables, Nurit ha denunciado la doctrina xenófoba contra los árabes que Israel inculca a los niños en la escuela. Considera que no hay diferencia moral «entre el hombre que mató a mi hija y los soldados israelíes que impiden cruzar un control militar a una mujer embarazada, causando la muerte de su bebé». Por su parte, Rami, a pesar de los cambios que ha experimentado en sus posiciones políticas, sigue considerándose un sionista. En una ocasión le pregunté cómo se definiría a sí mismo. Se rió con una carcajada ronca, y después de pensarlo un par de minutos me contestó: «Me defino como ... un guerrero contra la ocupación israelí. Todavía soy sionista, pero en el buen sentido del sionismo, es decir, creo en el derecho del pueblo judío a la autodeterminación, tenemos derecho a un Estado, como cualquier pueblo del mundo. El sionismo fue tergiversado hace años de manera imperdonable, en un sentido en el que se considera más importante la tierra que a las personas. Y eso es de locos. Creo que si no optamos cuanto antes por lo correcto, las bases de la existencia de Israel estarán en peligro. La ocupación es el cáncer de mi país. Si ésta se perpetúa, Israel morirá. »
En Israel los Elhanan han recibido muchas críticas e incluso en alguna ocasión les han llegado a llamar traidores.
«Hay mucha gente que me apoya y me da ánimos, que reflexiona mucho —me dijo Rami en otra conversación—. Pero en mi país también hay mucha gente loca. Una vez me dijeron que ojala mi esposa Nurit y yo nos hubiéramos muerto en el atentado que mató a Smadar. Hay personas que han llegado a decir a los chavales de los institutos que no me escuchen cuando vaya a hablarles. Me ven como una amenaza, creen que debilito la lucha del pueblo judío. No se dan cuenta de que estamos regresando al gueto. Están creando su propio gueto y eso es terrible. Yo hablo y veo a menudo a familiares de palestinos suicidas. Ellos también sufren, como yo sufro. Todos somos víctimas de la situación política. Smadar no murió porque los árabes o los musulmanes sean malvados. Murió por la situación política. Porque hay una ocupación, porque todo un pueblo vive oprimido y humillado
pág. 195

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